Dudas, ocurrencias y cosas veredes

LA GRAN FACHADA ES MARÍTIMA. La Autoridad Portuaria de Cartagena, con un bánner permanente en columna y decenas de publinoticas, se hizo promoción durante todo el año 2024 en Cartagenadehoy.com, que fue el periódico puntero de la prensa local, como indicaron los datos de Google Analytics. Pues bien, no ha pagado ni un sólo euro. Es más, a nuestra empresa le costó 180 euros.

Leer más...

¿Qué me ofrece la Semana Santa?

Cartagena no se prepara para la Semana Santa. Cartagena se transforma. Desde la madrugada del Viernes de Dolores, cuando todavía la ciudad duerme y las luces de los balcones apenas comienzan a encenderse, un tambor sordo resuena por las calles más antiguas del casco histórico. Es la primera señal de que algo extraordinario está ocurriendo. Con la procesión del Cristo del Socorro, la más temprana de toda España, comienza un viaje de diez días en los que la ciudad entera se convierte en un escenario vivo de fe, arte y tradición... // * Imagen elaborada con Inteligencia Artificial



Durante esos días, Cartagena deja de ser solo un lugar para convertirse en una experiencia. Declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional, su Semana Santa es un reflejo de su alma colectiva. Las cuatro grandes cofradías —el Socorro, los Californios, los Marrajos y los Resucitados— despliegan un repertorio visual y emocional que no deja indiferente a nadie. Cada una con su color distintivo y su personalidad propia. Cada una con sus momentos gloriosos, recogidos y profundamente humanos. Las procesiones se suceden día y noche, sin repetir escenas, con una planificación milimétrica que sorprende por su precisión, incluso para los que acuden año tras año.

Lo que diferencia a la Semana Santa de Cartagena no es únicamente la belleza de sus tronos, sus imágenes o la riqueza de sus bordados. Es la perfección del desfile, la simetría en los pasos de los penitentes, el respeto en cada gesto, el equilibrio entre la emoción y el orden. Es ver avanzar un trono entre un silencio sobrecogedor, roto solo por el eco de una marcha procesional o una saeta cantada a media voz desde un balcón. Es sentir cómo la ciudad entera respira al mismo ritmo, como si cada calle, cada acera, cada piedra antigua, estuviera llamada a formar parte de algo sagrado....

Imprimir