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Las Salinas de Marchamalo, declaradas BIC

El Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma, a propuesta de la consejería de Presidencia, Turismo, Cultura, Juventud, Deportes y Portavocía, ha dado el visto bueno al decreto por el que se declara Bien de Interés Cultural, con categoría de sitio histórico, las salinas cartageneras ubicadas entre Playa Honda y La Manga, en el Mar Menor.



El objetivo de esta declaración es proteger y conservar el patrimonio cultural existente en esa zona, con una superficie de aproximadamente 200 hectáreas, que forma parte del patrimonio industrial de la Región de Murcia. En la tramitación del expediente emitió informe favorable la Real Academia de Bellas Artes de Santa María de la Arrixaca.

 Según destaca el decreto aprobado hoy por el Ejecutivo, las Salinas de Marchamalo se caracterizan por su singularidad, autenticidad, integridad, representación para la Región de Murcia, valor simbólico, Interés técnico, rememorativo y tipológico, así como por ser un hito en el ámbito natural.

Se encuentran en las proximidades de Cabo de Palos, al inicio de La Manga del Mar Menor y se extienden hacia el oeste hasta Playa Paraíso. La declaración como BIC incluye bienes inmuebles relacionados con la propia explotación, como almacenes, factoría y báscula, además de canales, compuertas y charcas. Cabe destacar la ubicación de un molino cuya función era moler la sal recogida, y que está clasificado con la categoría de Bien de Interés Cultural dentro del conjunto de molinos de viento del Campo de Cartagena.

La existencia de yacimientos cercanos a las Salinas de Marchamalo relacionados con la fabricación del garum sociorum y el salazón, demuestra la existencia de explotaciones salineras en la zona desde hace al menos 2.000 años.

Además de su importancia como patrimonio histórico, las Salinas de Marchamalo tienen un alto valor medioambiental y están incluidas en el Paisaje Protegido de los Espacios Abiertos e Islas del Mar Menor, y en la Red Natura 2000 con las siguientes figuras: Lugar de Interés Comunitario (LIC), Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), Zona Especialmente Protegida de Interés para el Mediterráneo y dentro de los Humedales de Importancia Internacional (RAMSAR).

Decantación tradicional

Las Salinas de Marchamalo fueron construidas en una zona de remanso del Mar Menor, en la que empezaron a explotarse para la producción de sal mediante el proceso de decantación tradicional, consistente en permitir la evaporación del agua de una disolución salina mediante el sol y los vientos, a través de unas balsas en las que va aumentando la concentración de cloruro sódico hasta alcanzar la necesaria para que se produzca la cristalización.

La época de mayor producción se estas salinas corresponde a los años 30 del siglo pasado, cuando alcanzaron las 10.000 toneladas anuales. Hasta los años 70 el agua se tomaba de la zona conocida como El Vivero, pero desde su colmatación y desecación se vieron obligados a crear un canal de casi un kilómetro y tomarla del Mar Menor, mediante una tubería que empieza metida en el mar a 100 metros de la playa y continúa bajo la arena hasta salir al antiguo canal. Una vez ahí, ya sea por gravedad o por bombeo, se lleva hacia las diferentes charcas acumuladoras para comenzar el circuito.

En estas salinas, las labores de mantenimiento comenzaban hacia el mes de abril y la recolección se realizaba después del verano. En su fase no productiva, se mantenían permanentemente anegadas con el fin de evitar el deterioro de la lámina de barro.

Se trata de unas salinas conocidas como extensivas de cocedero y cristalizador. Este tipo de salina surge como resultado de colonizaciones extensivas de lagunas saladas o marismas costeras que utilizan la capacidad impermeable del barro aluvial, siempre vinculadas al aprovechamiento directo de su localización costera.

Las Salinas de Marchamalo, como ingenio salinero, reúnen todos los elementos propios de una salina evolucionada: captación e impulsión, cocederos, cristalizadores, caños y elementos construidos. La captación se desarrolla siempre con el sistema del tomadero. Este elemento se resuelve constructivamente calzando el barro o el cordón arenoso litoral, con dos muretes de piedra, o bien, en las más recientes, mediante un tubo de hormigón.

El sistema de impulsión o elevación más comúnmente utilizado ha sido la noria o rueda de madera, llamada malacate. En este caso, el agua se impulsaba con motores que se encuentran en unas casetas situadas a la entrada de las salinas.

El sistema de compuertas de madera, empleado para regular el acceso del agua, tiene una clara relación con el modelo del periquillo gaditano. Para protegerlas de las escorrentías existe un canal de circunvalación que además de evitar la entrada de agua dulce es utilizado también para desaguar.


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