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CyR-22: “¡Quiero un ejército de leones!”

Aníbal convence a los almirantes de las fuerzas navales y a los caudillos de las tribus íberas para que lo acompañen en su osado plan de ir con un gran ejército a Roma cruzando los Pirineos y los Alpes. La obra, que duró cincuenta minutos, potenció su faceta interpretativa y tuvo la novedad de incorporar una escena cinematrográfica. En la imagen, Víctor Nieto (Aníbal) en la escena final y poco después, cuando fue aplaudido por todos en su despedida en el escenario del papel del estratega. GALERÍA DE FOTOS (pinchar aquí)



Lleno absoluto en de las dos mil localidades ubicadas frente al escenario de la Plaza Mayor (este año no hay gradas por asuntos económicos) para presenciar un capítulo archiconocido en la historia de Carthagineses y Romanos al que, en esta ocasión, se le ha dado unas variantes para tratar de mantener el interés de los que lo conocen. Juan José Núñez y Jorque Blázquez 'Erku' han sido los directores de la obra, que ha apartado de su núcleo el desembarco de la flota carthaginesa y a cambio ha incorporado una escena de cine que representa una reunión de los almirantes en la navegación desde Cartago hasta Qart-Hadast, además de unas leyendas escritas en pantalla que sitúan esa escena. La obra duró 50 minutos y potenció la faceta interpretativa de sus personajes, siendo Aníbal (Víctor Nieto) su gran protagonista, sacando muy alta nota en el papel con el que se despide de la faceta de acto del estratega, siendo ovacionado por sus compañeros y el público cuando culminó la representación de anoche y habían explotado los fuegos de artificio en el cielo. Por cierto, otro apunte. Se agradece un gran escenario más cerrado como es el actual, pues anoche hizo viento y hay que recordar los años en los que se convertía en un grave problema para llevar a cabo las escenas.  

La sipnosis comienza en Cartago con Hanón dirigiéndose a los almirantes y la posterior llegada de emisarios romanos, descartándose cualquier acuerdo y quedando plenamente abierta la II Guerra Púnica. Tras la navegación de los almirantes por el Mare Nostrum, la escena nos lleva a Aníbal reuniéndose con sus hermanos Barca (Magón y Asdrúbal), rechazando que Magón Giscón viaje con él (se quedó como gobernador de Qart-Hadast) y preparando la marcha de Himilce a Cartago. Después surgen sus temores con la parca, niñas y el espíritu de su padre con los que discute sobre la contraprestación que lleva buscar la gloria, pero el púnico se mantiene firme en su idea. Después convencerá a los almirantes y será capaz de unir a caudillos íberos en el mismo objetivo (en esta caso, el pago son los botines de las ciudades conquistadas). “¡Os ofrezco la eternidad para tener la libertad!”. El pacto se firma, ante druidas y sacerdotes, con sangre en la devotio. “¿Sois hienas o leones. Yo quiero un ejército de leones a mis espaldas para formar el ejército de libertad frente a Roma, que os quiere como esclavos. ¡Os llevaré conmigo al a libertad!”.

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