La gozada de una noche 'Arde-Rock'
El joven cuarteto de vecinos cartageneros ofreció (y disfrutó) un memorable concierto con 25 canciones, enriquecido con sus amigos, durante 138 minutos en una pradera del Batel que acogió a unos diecinueve mil espectadores, más que caben en el estadio Cartagonova. "Jamás imaginamos vivir una noche como ésta", expresaron estos 'cowboys' del rock tras una velada de 'valor y amor que deja cicatriz'.
¿Por dónde empiezo? Es la pregunta que me estoy haciendo desde que acabó el concierto de 'Arde Bogotá' en Cartago Nova, 'La Trimilenaria'. Puedo hacerlo en el capítulo musical, en el sentimental, en el social y en el estadístico, pero, al final, para no tener que elegir, me inclino por el cronológico.
El principio tiene cola, mucha cola, como la que había para entrar a la cautivadora pradera (este año sin color verde) del Batel. Ya, de forma visual, se percibía que te adentrabas a un espectáculo especial que ha generado un récord en la historia de esta tierra, pues han sido 37.000 la entradas vendidas para los conciertos de viernes y sábado, con lo que son 18.500 por día (tope fijado por seguridad), cifra que aumenta con las invitaciones. Salvo aquellas manifestaciones por el Mar Menor, creo que no se han dado eventos con tanto imán por estos lares, pues se supera la capacidad del estadio Cartagonova.
Con tanta gente algún problema podría producirse, como el que se estaba tratando de solventar cuando nosotros cruzamos la entrada debido a que el lector del código de barras reflejaba que esa entrada ya había sido leída antes, lo que negaba el portador.
Una vez dentro la sensación es que se duplicaba la afluencia de público con respecto a cada tarde-noche del 'Rock Imperium Fest'. Nos agradó que se había recuperado la gran pantalla ubicada a mitad de pradera, sobre la cantina central, y que no estuvo en el reciente festival de final de junio. También se observa una muy amplia presencia de 'quintas', desde niños hasta mayores, pasando por todos los grupos de edades, siendo muy notable la presencia de jóvenes. 'Arde Bogotá' tiene mucho calado intergeneracional en casa y fuera, pues los presentes de ayer se repartían entre un 40% de residentes y un 60 de visitantes.
A las diez menos cinco de la noche aparecen Antonio, Pepe, Dani y 'Jota' entre gritos y vítores. "¡Somos vuestros vecinos y amigos!", lanza el vocalista, quien después del primer tema recitó el texto cartagenero de Cervantes, por si alguien no tenía aún claro la cuna de sus ADN: "Con esto, poco a poco, llegué a puerto, a quien los de Cartago dieron nombre...".
"Buenas noches amigos y amigas; somos 'Arde Bogotá' y estamos cumpliendo un sueño... ¡Bienvenidos!", dijeron antes de interpretar 'Quiero casarme contigo', a la que sucedieron 'Nuestros pecados' y 'Qué vida tan dura', tema que provocó el primer gran alzamiento de manos.
También hay que resaltar el buen gusto del escenario, con media velada con la luna roja de fondo y en el que no faltaba el caballo alado 'Pegaso', siendo muy bueno el juego de luces. Ahí estaban Antonio (voz y, a veces, guitarra), Dani (guitarra eléctrica, a veces doble y hasta española), Jota (batería) y Pepe (bajo eléctrico). Este último fue el más limitado en movimientos, lo que era normal pues aún tiene frescos los puntos que le dejaron tras ser operado de apendicitis. Pero si 'los tres mosqueteros' eran cuatro, desde hace tiempo este póker es repóker por la presencia del guitarrista Pedro Quesada, un suplente de lujo que tambien 'lo puso todo' en esta actuación.
Más temas, más mensajes. "Es pura adrenalina el rock and roll", soltó Antonio, ya inmersos en la vorágine musical de unas canciones en las que el grupo suele comenzar más suaves para ir ganando fuerza y terminar muy rocosos (rock), siempre dentro de un estilo propio y una voz 'profunda y dura', que cuesta relacionar con el cantante durante una conversación, como tampoco están en sintonía la seriedad de su rostro y el 'azogue' de su cuerpo.
Y comenzaron a aparecer los invitados (y amigos). El primero fue Arturo de Castillo, llegado desde La Vaguada, quien los acompañó con la guitarra en 'Flores de venganza'. Enseguida comenzaron algunos recuerdos a sus inicios, como cuando ensayaban en el Polígono Santa Ana.
Y en el número 12 de los temas ofrecidos estaba 'Exoplaneta', originando un levantamiento masivo de móviles para grabar y pancartas con el 571-/9A escrito: "...Yo te iré a visitar / Fundaremos Cartagena / En otro sistema solar...". Por cierto, la atmósfera en el escenario también se volvió más recogida para la ocasión.
Descanso para el 'cuarteto de cinco' músicos para recibir a otros amigos, esta vez de palo flamenco con el cantaor Dani y el guitarrista unionense Antonio Fernández, quien pusieron el toque 'jondo' de un cuarto de hora en un escenario oscurecido de luces.
El ritmo corporal volvió con el siguiente tema de los 'ardientes' cartageneros: "...hermanos y hermanas, quemar la Torre Picasso...". Ahí surgieron las fuentes de fuego en el frontal escénico. Siguió el tema que dio nombre a su segundo LP: 'Cowboys de la A3', la autovía que cogían de regreso a casa en los primeros años tras actuar en otras tierras.
El concierto estaba siendo lo deseado y Antonio lo volvió a dejar patente: "Jamás imaginamos vivir una noche com ésta, muchas gracias por formar parte", les dijo a los presentes, apareciendo en la pantalla que tenía a su espalda una foto de 2017, cuando surgió la banda como tal. "Si tuviéramos que decirle ahora algo a esos chavales sería, primero, que nacer en Cartagena no impide que se cumplan las ilusiones, y segundo, el agradecimiento a todas las personas que hay detrás de nuestras actuaciones", expuso el exabogado y melenudo vocalista, quien a continuación dio a bienvenida a una orquesta de la tierra, con la que comenzaron ofreciendo 'Virtud y castigo', una canción que va convirtiéndose durante su desarrollo en un himno que culmina con el "...Woh-oh-oh / Woh-oh-oh-oh-oh-oh..." que después el público mantuvo 'a capella'.
El concierto sigue siendo una gozada, alcanzando su tema 20 tras un solitario de la orquesta. En el siguiente, Antonio aparece en escena junto a Dani (enorme guitarrista), quien lleva una guitarra española. Ambos, más los violines, 'juraron sobre sangre' en otro tema que fue cogiendo fuerza para terminar siendo interpretado por todos.
"No tiene que faltar mucho para 'La Salvación", escuchamos por la zona donde estábamos. Y llegó. Otra vez elevación masiva de móviles. "No, no vengo a molestarte / pero quería acercarme...". Todos la cantan, pero se corta en seco. "Hay una persona del público que necesita ayuda por favor", dice Antonio. Era otro desmayo por el calor. Anoche hizo menos temperatura que los días precedentes, pero es que había mucha gente y eso dispara los termómetros. Tras unos minutos, la canción comenzó de nuevo.
Cuando se llega a las dos horas de concierto, los músicos abandonan la escena para regresar entre ruido de sirenas. Antonio se acerca al micrófono. Se para y tras un segundo de silencio dice: "Soltad a los perros porque me he escapado...". Explosión de éxtasis colectiva. Al terminar pregunta el vocalista: "¡¿Quién quiere más?!". Respuesta obvia. Con 'Antiaéreo' el concierto 'aterriza' en el sábado, pues ha cruzado la medianoche. Después ofrecen 'Cariño', su canción de 'mierda' y de 'guerra'.
El final es apoteósico. Antonio grita "¡Cartagena cantando!" mientras salta como un 'descosido' y se mete en las primeras filas del público en un baño de multitud mientras vuelven las fuentes de llamas y en el cielo estallan los fuegos de artificio. Sus compañeros también están exhultantes y cuando dejan los instrumentos, siguen botando sobre las tablas con la canción que suena en 'off'. Quieren saborear lo que han vivido en la tierra donde nacieron y residen. Son 'Arde Bogotá'. Un gran 'FIN' en pantalla puso el broche a una noche que hoy se repetirá ante otras diecinueve mil almas y también con teloneros y posterior sesión de 'pinchadiscos'.
Fotos del Ayuntamiento de Cartagena:
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